viernes, 13 de mayo de 2011



Libertad significa tener una opinión propia, generar juicios a partir de la propia capacidad de análisis, de la propia reflexión. Significa también relativizar la crítica ajena, sin desestimar los aspectos constructivos, cuando corresponde... pero nunca dejarse llevar por la manipulación que nos aleja de nuestros verdaderos objetivos en la vida. 

Libertad significa también no depender de la iniciativa o del soporte emocional del otro para enfrentar los problemas de la vida o para generar proyectos.
Evidentemente, la libertad supone un riesgo alto: hay que hacerse cargo de lo que uno decide. Sin embargo, el precio no es tan alto como el beneficio. Porque la independencia nos hace artífices de nuestro destino, ya no dependeremos de lo que otros piensen, digan o quieren hacer de nosotros.
Lo que nos libera es nuestra capacidad de comprender la realidad. Eso nos dará la estabilidad emocional necesaria para decidir con independencia y responsabilidad, alentará nuestra seguridad y con ella, la autoestima. 

Los primeros humanos estaban absolutamente identificados con el mundo natural, pero a medida que fueron adquiriendo conciencia de sus posibilidades, se quisieron desligar. El individuo permanece, en una primera etapa, fuertemente atado al mundo natural y social y va saliendo progresivamente. En la historia de la vida de un individuo se identifica el mismo proceso. El nacimiento supone, en cierto modo, abandonar una dependencia absoluta con respecto a la madre, para adquirir una de relativa. La evolución, la educación, la maduración, no comporta otra cosa que continuar dicho proceso que se inicia en el momento del alumbramiento. Cuanto más crece el niño, más desarrolla la búsqueda constante de libertad e independencia. Mientras el individuo no es capaz de cortar el cordón umbilical que le liga con su familia, sus amigos o, incluso, con una clase social determinada, no es capaz de experimentar una libertad real. La existencia humana comienza, pues, cuando se supera esta determinación primordial, ya sea biológica o psicológica o social para alcanzar la libertad. 

POR: sol salinas toledo

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