jueves, 7 de abril de 2011

En 1907, Porfirio Díaz, quien era presidente de mexico en ese entonces, inauguró con gran ceremonia el Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, la moderna vía de comunicación transístmica que en apenas 310 km atravesaba el Istmo de Tehuantepec.
Díaz, sumamente orgulloso de ver culminada por fin esta obra desde el tren, al pasar por las estaciones que atravesaban poblaciones zapotecas, arrojaba monedas a la muchedumbre que atenta observaba el evento, Y no era para menos el orgullo de Díaz, ya que grandes proyectos capitalistas se avecinaban con la puesta en marcha de esta gran obra de comunicación interoceánica en la que los inversionistas cercanos al presidente abrigaban esperanzas de acumular más capital.
El éxito económico que esperaban Díaz y los inversionistas pro-porfiristas nacionales y extranjeros con el ferrocarril de Tehuantepec Fueron tales las expectativas comerciales con la vía transístmica, que para 1910 se encontraban en residencia en Salina Cruz grandes representantes consulares de diversos países.
La ruta ferroviaria transístmica había empezado a construirse desde el siglo XIX. Y desde que inició su construcción implicó de forma inmediata la explotación expoliadora de bosques de madera tropical, que fueron arrasados para proveer durmientes a las vías del ferrocarril, y leña como combustible. A pocos años de que se inició la construcción del ferrocarril, se instalaron cientos de monterías a lo largo de la vía, donde se extraía intensivamente la caoba, el cedro para los durmientes y todo tipo de recursos maderables para leña. En 1914, el Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, el sueño porfirista se vio quebrado por una gran debacle provocada por la apertura del Canal de Panamá y agravada por las secuelas de la Revolución Mexicana. En un solo año, de 70 trenes diarios apenas llegaban a pasar 5 o 7. Entraron entonces en crisis todas las actividades económicas relacionadas con el ferrocarril. Para la década de los veintes, nueve consulados habían cerrado ya sus representaciones en Salina Cruz. Los capitalistas nacionales y extranjeros huyeron de la devastación. en la última década del siglo XX, al desaparecer la empresa estatal Ferrocarriles Nacionales de México, precisamente cuando los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo impusieron un nuevo proyecto capitalista neoliberal, que incluía la venta al mejor postor de las principales rutas ferroviarias, desmantelando al sistema ferroviario nacional. Y aunque el Ferrocarril de Tehuantepec se mantuvo bajo control estatal, se desmanteló la estructura de carga de mercancía y transporte de pasajeros con la que operaba el “viejo” sistema ferroviario del Istmo, y se dedicó sólo al traslado de carga. Este desmantelamiento provocó que la totalidad de los trabajadores de FERRONALES fueran liquidados y jubilados.
Ahora, solo se pueden mirar aquellas estaciones abandonadas con unos cuantos vagones oxidados y solo permaneciendo los viejos recuerdos de las personas que vivieron esto.

por: carmen osorio de leon

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