viernes, 29 de abril de 2011

En la primavera de 1820, en los Estados Unidos, un joven de 14 años llamado José Smith deseaba conocer cuál de todas las iglesias era la verdadera, su familia pertenecía a religiones diferentes y en esa época era muy común que los líderes de sectas buscaran el mayor número de conversos.
Parecía como una guerra entre los mismos, y José se pregunta ¿cómo era posible que tantas iglesias interpretaran las escrituras a su propia forma?, teniendo la firme convicción de conocer sobre los misterios de Dios y saber a ciencia cierta qué religión seguir, un día leyó la epístola de Santiago 1:5 que dice: “y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios  el cual da a todos abundantemente y le será dada.”
Éstas son las palabras que el mismo José exclamó en aquella ocasión: “Ningún pasaje de las Escrituras penetró el corazón de un hombre con más fuerza que éste en el mío. Pareció introducirse en mí con gran intensidad, tanto, que me dio mucho que pensar porque realmente necesitaba sabiduría de Dios, porque no sabía qué hacer, y si Dios no me iluminaba, nunca lo sabría, debido a que los maestros de religión de las muchas sectas interpretaban el mismo pasaje de las Escrituras de manera tan distintas que ya había perdido la esperanza de encontrar la respuesta leyendo la Biblia.
Después de meditar muchas veces en lo que había leído, un dia se alejó a una arboleda cercana a su casa y se introdujo en lo profundo del lugar, después de elegir la zona ideal y corroborar que estaba completamente solo, se arrodilló a orar. No bien había empezado a hablar que sintió que su lengua se le trababa, como si una fuerza extraña intentara acabar con él, a fin de desaparecerlo para siempre.
Dentro de esa lucha aterradora, oró a Dios para suplicarle que alejara a ese ser desconocido que no le permitía orar, fue entonces que poco a poco el temor comenzó a desaparecer y una luz brillante se plasmó justo sobre su cabeza.
Era una luz tan fuerte e intensa más que la del sol al medio día, que le resultaba imposible abrir los ojos para poder ver, entonces alcanzó a divisar a dos seres, uno de ellos le habló por su nombre y señalando al otro le dijo “José, este es mi hijo”
José Smith vio a Dios el padre y a su hijo Jesucristo, como dos seres separados y vivientes, entonces José preguntó ¿a qué iglesia debo unirme? Y el hijo Jesucristo le dijo que no debería unirse a ninguna de ellas, pues todas estaban en error, le dijo que la iglesia de Cristo no se encontraba aun sobre la tierra, después de haberle dicho eso, desaparecieron.
Este acontecimiento es el más importante en la historia de la Religión “Mormona” pues con la aparición de Dios y Jesucristo a José Smith en aquella primavera de 1820, dio paso a restaurar el evangelio verdadero de Cristo.
Pasaron 3 años y como  José aun no sabía que debía una noche se arrodilló a orar. Vio una luz brillante que iluminó su habitación, cual si fuese de día y en ella había un ángel que dijo llamarse Moroni, el cual hablándole por su nombre le dijo que Dios tenía una obra para que él hiciera, que no debía decirle a nadie lo que le contaría en aquella ocasión, dijo que en un cerro no muy lejano a su casa se encontraban escondidos unos anales de un pueblo que vivió en las Américas hace  ya mucho tiempo, que por un gran período no había salido a la luz, pero que Dios preservó esas escritura para que surgieran en esa época.
Después de 4 años José fue a aquel lugar y al llegar reconoció rápidamente la zona. Se acercó y encontró el sitio del cual se le había hablado. Una piedra grande cubría la caja de piedra que estaba enterrada en el cerro, buscó algo para levantarla y efectivamente encontró los anales de los que el ángel le había hablado.
Eran planchas de oro, es  decir hojas laminadas de oro puro  que contenían escritos en diferentes idiomas como el Hebreo. No bien se supo que José tenía esas planchas cuando las personas de su alrededor trataron de buscarlo para matarlo.
A partir de ese momento comenzaron las persecuciones, pero Dios no permitiría que las escrituras cayeran en manos enemigas. Con la  ayuda divina de nuestro señor, José pudo traducir el libro el cual fue nombrado como “el Libro de Mormón”
Y se preguntarán dónde habrán quedado las planchas de oro? A lo que les respondo, después que José tradujo el libro, el mismo ángel que le había mostrado el lugar donde se ocultaba se llevó las planchas y él lo tiene hasta el día de hoy.
Por su parte, las personas que aceptaban cualquier iglesia, menos ésta, comenzaron a perseguir a los pioneros mormones, lastimándolos, maltratándolos y pisoteando sus derechos, sin embargo, nada puede hacer el hombre contra Dios, la profecía debía cumplirse y en la biblia señala sobre la aparición del libro de Mormón, en Isaías que dice: “Entonces seráshumillada; hablarás desde la tierra, y tu habla saldrá del polvo; y será tu voz desde la tierra como la de uno que evoca a los espíritus, y tu habla susurrará desde el polvo.
  Y la muchedumbre de tus enemigos será como polvo fino; y la multitud de los despiadados como tamo que pasa; y acontecerá repentinamente, en un momento.”

La iglesia de Jesucristo está de nuevo en la tierra, el período de apostasía ha terminado, pero la segunda venida de cristo no será hasta que todo oído haya escuchado que él es el cristo el hijo del Dios viviente y aprovecho mi trabajo escolar para  decirle al mundo de esta verdad.
Que Dios vive, que Jesucristo vive, que vino al mundo a pagar por nuestro pecados, para que regresemos con él a vivir de nuevo, sé que existe un plan de salvación que nuestra vida tiene un objetivo y no estamos aquí por casualidad, sé que José Smith fue un hombre inspirado por Dios para traducir ese libro.
Nosotros no adoramos a José Smith, solo lo recordamos por su gran labor y valentía al convertirse en el pionero de la Iglesia de Jesucristo de los santos de Los últimos Días y ayudar a que la iglesia verdadera de Cristo esté d enuevo en la tierra.
No pretendo convecer a las personas de que crean en lo que yo creo, sólo quiero compartir lo que sé y aprovecho para invitarlos a que si alguno tiene falta de sabiduría pídala a Dios, él nunca se equivoca, la verdad existe, sólo hay que saber buscarla.

                                                                                Por: Ruth Nohemi Parada Rodriguez

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Copyright 2009 CNI